martes, 2 de junio de 2020

Capítulo 10








Después de abofetear a Darío, Germán  se iba muy molesto pero él lo tiene agarra con mucha fuerza.
--¡suéltame¡ --le dice molesto.
Como le divierte verlo enfadado, Darío   provoca al hombre .
--¿y si no qué? --pregunta con ironía.
--¡gritaré¡¡
Dario lo agarra con fuerza. Su verga está dura y se la hace sentir  la hace toda. Germán lo odia y lo desea. Los dos sienten deseo y rabia. Dario empuja a Germán contra la pared. Están en un rincón cerca de las escaleras. Darío le hace sentir todo su cuerpo. Se desean y el que los puedan descubrir lo hace más excitante.
--te voy a hacer gritar en serio --jadea.
Germán siente la verga de Darío pegada a su culo. El aliento jadeante de Darío lo embriaga.
--¿me  vas a coger?¿acá?
Los dos están muy excitados.
--¿no es lo que querés, pendejo?
Están alterados y excitados. Jadean.
--si, cogeme.
Darío desea a ese hombre y lo desprecia por querer acostarse con él siendo el esposo de su hermanastro y estando toda la familia allá.
--¿queres, que te coja?
Darío siente rabia. Deseo. Desesperación. Germán está ansioso.
--si, dale. Metémela toda.
Darío siente deseo y odio. Es agresivo. Se desabrocha la ropa con rabia. Germán se  baja los pantalones. Darío lo desea pero le da rabia que se le ofrezca. Quiere lastimarlo. Le agarra de los cabellos casi hasta arrancarselos y se clava en él como si fuera un puñal. Germán no está lubricado y no usan condón. Dario quiere lastimarlo. Que sienta dolor y no pueda gritar. Germán se muerde el  brazo para tragarse su dolor. Se hace sangre. Darío es muy violento y acaba rápido. Se arreglan la ropa. Darío lo mira con desprecio:
--andate de acá. No te quiero ver más. Ya te di lo que buscabas. No me gustan los putos ofrecidos.
A Germán le duele la rabia que ve en los ojos de su amado.
-¿porque me tratas así?¿que te hice?
Darío se arregla la ropa. Su mirada es la de un salvaje.
--¿y aún lo preguntas? Has cogido conmigo sin importante que soy tu familia.
--¡¡tú también eres culpable¡
--¡¡es tu culpa¡¡ me buscas y yo no quiero arruinar mi matrimonio por alguien que no merece la pena¡¡por un puto que se regala a todos¡
Germán está furioso.
--¡¡pues vete de mi casa¡¡
--¡¡esta no es tu casa¡¡ Es la casa de tu padre. Tu padre me trata muy bien. No sé si le gustará que no seas amable conmigo. Yo no quería venir a esta casa. Fue él quien insistió, pregúntale.
Germán  habla muy herido. Está muy desilusionado. 
--¡eso fue porque no sabes que eres un cerdo, que me sedujiste¡
En un tono que va entre la ironía y el enfado Darío dice:
--¡no sé quien sedujo a quien¡¡¡no puedo decir que me metiste en tu cama pero casi¡¡casi me violaste, te comportas como una puta¡¡¡sos puta¡¡
Se desean y se miran con rabia.
--¡¡a ver qué dice tu pobre   esposo cuando sepa la clase de hombre que tiene por marido¡¡no te lo mereces¡
--¡no metas a Javier  en todo esto¡¡él  no tiene nada que ver en nuestras cosas¡
--¡claro que sí porque yo soy soltero y tú casado¡
--¡a ver si a tu padre le gusta la idea de que su hijo se revuelque con hombres casados y a saber con cuántos te has acostado en estos meses. Seguro que son tantos que ni te sonarían sus caras de verlo¡¡
--¡te odio¡¡¡ 
Darío sonríe burlón.  Habla con ironía:
--así. ¿te acuestas con todos los hombres que odias? Pues tú lista debe ser mayor de lo que pensé. Si esto haces con lo que odias no me quiero imaginar con los que amas.
Germán lo quiere golpear pero Darío agarra del brazo:
--una vez te lo permito, pero dos no.
--¡¡quiero que te vayas de mi casa¡¡ 
--pues lo siento mucho. Esta no es tu casa. Es casa de tu padre y él me ha invitado.
--¡si tienes un poco de decencia vete¡
--¡¡si quieres vamos juntos donde tu padre y le contamos porque no quieres vivir conmigo¡¡
Germán lo mira con la mirada herida y a Darío le da pena. Entonces le habla con más dulzura:
--vamos a vivir juntos por una temporada así que será mejor que nos llevemos bien.
Germán lo mira con dureza y con desprecio le dice:
--¡¡eres mantenido, no tienes vergüenza. Solo un poco hombre vive a costa de su suegra ¡¡tú no pintas nada en esta casa¡¡¡¡no eres hombre para mantenerte, eres un chulo que vives de los demás y ni si quiera eres fiel ¡¡que vergüenza¡ me equivoqué contigo.
Germán  le ha dado donde más le duele. Eso es precisamente lo que Darío se recrimina y le duele que sea precisamente Germán el primero en echárselo en cara. Herido en su amor propio, Darío lo estrecha contra su pecho. Lo siente temblar y le gusta tenerlo bajo su dominio pero está demasiado furioso. 
--¡¡ya te he demostrado que sí soy hombre¡¡ 
lo besa, lo besa con furia y Germán se derrite en sus brazos.
Todos en esa casa están en su mundo. No están pendientes de ellos pero ya se han arriesgado mucho. Germán le agarra del  brazo. 
--vamos a hablar. Tengo muchas cosas que contarte, vamos a mi cuarto.
Aunque Germán  lo único que quiere es hablar con él sin que nadie los interrumpa, para Darío esto es la confirmación de que no se equivocó cuando juzgó a Germán  de puta. Se deja llevar.  Darío cierra la puerta. Lo mira con cara de degenerado.
--así podremos estar seguros que nadie va a entrar.
Los dos se miran frente a la cama. Germán   está a punto de decirle que lo ama pero Darío  lo mira con deseo. Lo besa. Germán   trata de luchar contra lo que siente mientras Darío lo va conduciendo hacia la cama.
--No, no. Esto es una locura. Tenemos que hablar, tenemos que aclarar las cosas.
Darío jadea mientras lo va desnudando.
--luego... luego aclaramos las cosas.... ahora no te resistas... sé que lo deseas tanto como yo...
Germán  se aferra a ese cuerpo con amor. Se olvida de todo y se dispone a disfrutar de ese hombre que lo ha vuelto loco. Se besan jadeando.
--Pero no vas a poder.
Darío es seductor
--Pero vos sí. ¿No me la queres meter?
Dario se tumba en la cama  bajándose la ropa y ofrece su culo. German lo desea demasiado para rechazar ese ofrecimiento. Es la primera vez que entra en ese culo . Dario muy pocas veces es pasivo pero desea sentir a Germán dentro de él. Germán tiene poca experiencia como pasivo. Pero desea ese culo. Le cuesta entrar. Darío muerde la almohada. Ahora es Germán el que lo lastima pero es sin querer.
--¿Te duele, paro?
Y Darío se retuerce del dolor y del placer.
--No, no pares.  Seguí--jadea.
Y ambos se desean. Se aman ardientemente . Se retuercen del gozo.







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