Pablo y Emilio están sentado en la cama con la play. Javier le pone la mano en el muslo. Se muestra seductor. Va hacia la entrepierna.
--Tengo que pedir un favor. Es de vida o muerte. Ahí me demostrarás si eres mi amigo de verdad. Yo puede ser muy amable con mis amigos.
Emilio arde. Tiembla. Un seductor Pablo le desabrocha los jeans. Emilio está al borde de un infarto. Cree que no lo va a resistir cuando la mano de Pablo agarra su miembro. A Emilio casi no le sale la voz.
--me tienes que ayudar sin preguntas. Debes ser incondicional conmigo.
Pablo lo está masturbando. Emilio hace que sí con la cabeza. Esta hechizado.
-me contaste que un socio de tu padre medico quiso abusar de ti, que aún te busca para acostarse contigo. Quiero que te acuestes con él y hagas lo que yo te pida.
Emilio está hechizado pero no se quiere acostar con ese hombre.
-me da mucho asco ese viejo.
Pablo acerca sus labios a los del otro sin dejar de masturbarlo.
--¿hazlo por mi? ¿NO me harías ese favor? Yo te compensaria.
Y Pablo lo besa y Emilio jadea:
-¿qué tengo que hacer?
Pablo sonríe victorioso y Emilio se rompe de placer con el final de la masturbación.
Ya ha caído la noche, Javier y Darío están pendientes que el otro se duerma y los dos fingen que se duermen. Javier es el primero en irse. A Darío le da igual lo que haga su esposo y es que está ansioso por ir al dormitorio de Germán para averiguar si Germán se llevó su diario. Su corazón palpita fuertemente.
--seguro que se lo llevó, seguro que sí ¿y entonces? ¿como hago para averiguar la verdad?
Algo lo llena de esperanza:
--se fue con prisa, a lo mejor no se lo llevó.
Darío entra en la habitación del hombre . Está temblando. El diario está ahí en el mismo sitio de la última vez. Lo toma con miedo. Se tumba en la cama pero no se atreve a abrirlo.
--¿y si no me gusta lo que leo? ¿y si descubro que Germán es lo que siempre creí?
Una duda lo está matando y eso hace que él tenga fuerzas para leerlo:
--cualquier cosa será mejor que está incertidumbre.
Hay dolor en ese diario y una sola ilusión: Darío. Dario que ha sido su renacer. Su rostro se desencaja al leer todas esas páginas llenas de amor y pasión hacia él.
--era verdad... me ama... me ama... pero ¿cómo?
Darío cierra el diario, ahora si sabe la verdad y esa verdad le duele más de lo que creyó. Le duele haber jugado con esos sentimientos de un hombre atormentado. Besa el diario del hombre con mucho cariño y deja la habitación angustiado.
Semanas después... Siempre que sale del trabajo Darío pasa por el estudio de Germán y recuerda esas dos veces en las que se unió a Germán . Se queda un buen rato mirando la ventana y acariciando cada uno de esos instantes.
--yo también te amo Germán y no sé qué hacer con estos sentimientos. Nunca imaginé que un hombre me pudiera amar tanto. Nunca imagine que tu amor me llenara tanto y me hiciera amarte como te amo. pero ¿de qué me sirve amarte si estoy casado? Llegué tarde a tu vida.
De pronto el hombre se queda de piedra ya que Germán está frente a la ventana. Darío se friega los ojos. Le parece que es un sueño. Está seguro que la imagen del hombre se desvanecerá pero no es así. Germán lo mira suspirando. Es como si el tiempo no hubiera pasado, como si nada los separara. Los dos se miran a los ojos. Su amor los embriaga. Se miran seductores. Germán , desde el interior del estudio, le hace gestos con la cabeza para que suba y Darío obedece. Se miran frente a frente. Sienten tantas cosas que no saben cómo decirse. Se abrazan. Germán se estremece al tenerlo entre sus brazos. Darío llora.
--perdón, perdón. Sé que fui un miserable pero nunca imaginé que fueras capaz de amarme sin conocerme.
Germán está tan feliz que no le importa nada. Le sonríe y le dice:
--te he echado de menos.
--debí creer en tu palabra.
--yo tampoco me porté bien contigo. Te dije cosas feas.
Darío lo mira triste:
--¿y aún crees todas esas cosas que me dijiste?
Germán le acaricia la mejilla con mucha dulzura:
--tus ojos me dicen que eres sincero. Siempre he creído en ti pero estaba enfadado contigo.
--es que me acostumbré a la infelicidad y no podía entender tanto amor pero ahora que leí tu diario...
Germán lo mira con dureza, Darío se da cuenta que ha cometido un error. Molesto Germán dice:
--¿¿leíste mi diario?
Darío se da cuenta que el hombre está enfadado y teme que ahora se vaya a estropear todo.
--sé que no tengo perdón, que soy de lo peor, que no merezco tu amor pero es que tenía que saber si de verdad me amabas.
Dolido Germán le pregunta:
--¿es que no podías creer en mi palabra?
--No --le dice triste.
Germán lo abofetea furioso. Darío lo mira lloroso:
--era la única manera de convencerme de que me amas y de descubrir que yo también te amo.
Germán lo vuelve a golpear. Con mucha dulzura Darío le dice:
--te amo.
Llorando Germán lo vuelve a abofetear. Darío está flaqueando, ya piensa que todo está perdido. De repente Germán lo besa mientras le dice:
--te amo.
Darío responde a ese beso. Pero luego Darío agacha la cabeza con vergüenza. Germán se la levanta por la barbilla muy dulcemente.
--¿qué te pasa?
Darío no se atreve a mirarlo a los ojos. Germán lo besa. Es Germán el que domina. Lo va desnudando, van cayendo al piso. Desean hacer el amor. En el último momento Darío lo rechaza.
-- Necesito de tus abrazos de tu amor --le suplica.
Darío lo mira muy dulcemente:
--no, no quiero que luego...
Germán no le deja continuar y le dice:
--no me importa luego... yo te amo.
--No te quiero hacer daño, soy casado.
--no me lo recuerdes, yo no te pido nada.
--yo te amo...
--pues no necesito más.
Las pasiones se desatan y la pareja en el suelo hacen el amor ardientemente. Luego se quedan abrazados muy felices. Darío no parece no tener prisa. Germán está feliz por poder estar entre sus brazos. Siente miedo de que se vaya y por otro lado le sorprende que no lo haga.
--¿y ahora...? No te has ido como las otras veces.
Darío sonríe, lo besa y lo acaricia dulcemente:
--tú me has dado tanto y yo...
--No digas nada. Te amo.
--te amo.
Los dos se besan. Están tan felices que tienen miedo que sea un sueño que se vaya a romper. Deciden aferrarse a ese presente, a esa ilusión. El amor de Germán lo hace valiente.
--hablaré con Javier, con tu familia. Arreglaré nuestra situación.
Germán está entusiasmado.
--¿de veras?
--si, te voy a demostrar que sí merezco tu amor. Tú me has dado mucho y yo no te voy a quedar mal. Te quiero hacer feliz.
Germán lo acaricia, le acaricia su torso desnudo con deseo y sin poder creer que vayan a estar juntos.
--fui feliz desde la primera vez que te vi, ese fue mi mayor regalo y no me importa nada más.
Darío no puede creer tanta felicidad, tanto amor. Abraza a ese hombre deseando que todo sea como desean, que nunca se rompa eso que los dos están sintiendo.
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